viernes, 11 de mayo de 2007

Mujeres y Hombres

El hombre y la mujer no descienden del mismo mono. Seguro que no. Apostaría mis posaderas, trasero o culo (en caso de perder algo eso no me importaría, como a muchas y ahora que ya huele a veranito más) a que las mujeres derivamos de un primate mucho más sensible, observador, sincero y demás virtudes que el hombre. Lo llamaría Alter Primate porque decididamente es otro. (Ni feminismo ni machismo, puramente REALISMO).
Si yo no me entero de lo que es fuera de juego en fútbol, ellos no entienden la simple frase, por favor, baja la tapa del váter (lo sé, muy típico pero real). Si a mí me hablan de Euribor, creo que es un gigante peludo de cuento infantil (algunas me llamarán zopenca, lo asumo). Si a ellos se les habla de cualquier tarea doméstica, te dicen que domestiques tú y tan panchos. Preguntas que qué tal el día y te responden que bien, tú esperas que continúe hablando y él te mira como si te hubiera contado el día más largo de su vida. Entonces aparca sus problemas en el sillón o se los cuenta a la televisión y tú, a la cocina, a lo que llamo ESPACIO de TERAPIA. No sé porqué pero ahí suelo pensar. Pero no sólo yo, recuerdo que mi madre pensaba mucho al chup-chup de la olla Express. La escuchaba desde mi habitación pero no entendía muy bien sus discursos. Ahora sí, ahora he caído que lo que hacía era ponernos de vuelta y media a todos. Como hago yo en el espacio de terapia. Ahí me relajo mientras mi novio me pregunta desde el salón dónde están las zapatillas de estar por casa. Cierro los ojos, respiro hondo, sólo tiene que mirar al suelo y no lo hace y sigue preguntando y yo pelando ajos, en trozos cada vez más pequeños; intento no gritar, evitar hostilidades pero el Euribor del que he hablado antes me posee y le sugiero con ironía y en un tono de sargento que BUSQUE. Sólo tiene que buscar pero entonces se levanta del sillón (mi memoria recoge muy bien cualquier sonido) y entra en mi espacio de terapia. No las encuentra y además opina sobre el puré de ajo que hay sobre la tabla. Se me erizan hasta los pelos de la nariz pero mantengo la compostura aunque dejo el cuchillo en el fregadero, por si acaso. Voy al salón, me sigue y ¡magia potagia! ¡Sus zapatillas casi le muerden los tobillos! Regreso a mi espacio de terapia. Y en un momento me echo a llorar por culpa de la cebolla y por lo cansada que estoy. Sin consuelo voy al baño y enjuago mi perreta de niña mimada en el lavabo. Escucho que se acerca el amor de mi vida tan contento con sus zapatillas, al verme me dice: ya te dije que no te tocaras los ojos si usabas guindilla. Y se va. Me miro al espejo y sigo apostando el culo (y ahora con toda seguridad) que las mujeres descendemos del Alter Primate, conocido comúnmente como madres.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Me parto de la risa con este artículo! ¡¡Que graciosa eres!!

POPY dijo...

Gracias! y más por leerme!