viernes, 11 de mayo de 2007

SANTA SEMANITA

Todas las Semanas Santas igual, “Los diez mandamientos”, que la hemos visto quinientas veces, “Ben-hur”, mil ochenta y cinco más y, lo confieso, ni me sé el divino decálogo e ignoro si Charlton Heston gana la carrera de cuádrigas. Los que programan la tele, bien se han quedado sin vacaciones y nos castigan por ello o sus cabezas ayunan de imaginación. De lo que estoy segura es que son los mismos que programan la de Navidad. Señoras y señores, un poco de respeto que a Travolta ya no le queda pelo para brillantina y las novias de los siete hermanos deben ser ya tatarabuelas. Sí, es que me indigna y mucho que para dormir la resaca de las procesiones de “caña por aquí, caña por allá” mi sobremesa sea la misma que hace quince años. Y no le quiero preguntar a mi madre que fijo me señala quien es el soldado que, por descuido, lleva un reloj digital en la época de los romanos. Creo que debido a esto los españolitos huímos de las caseras pantallas aunque sean planas o culonas y nos hacinamos en las carreteras a ver quien llega antes a la playa, a la montaña, o a confesarse que debe ser cierto eso de que uno se siente mejor hablando de sus pecados en ciudad ajena. Ojito lo que viajan los políticos. Dirán que son “vía crucis” en busca de nuestra salvación. Habrá que echarle fe al asunto o invitarles a que se presenten a Operación Triunfo, al parecer dar el cante es lo único que pacifica hostilidades y enfrentamientos. ZP a lo Camilo Sexto colaría y Rajoy a lo Juan Pardo más.
Continuando con mi peculiar rosario de quejas diré que el año pasado fui junto a mi novio a Granada. Admito que elegir esa provincia no fue muy original, la gente salía de cualquier sitio. Abrías una lata de coca-cola y ¡zas! un chino con su flash te provocaba ceguera temporal que aprovechaban unos listos para colarse en la cadena humana hacia la catedral. Al reponerte del susto una gitana te metía romero por la nariz mientras te amenazaba con un mal de ojo si no le dabas dinero. Y ya cuando conseguimos entrar, previo pago, al poner un pie en el sagrado suelo mi novio empezó a rezar con comentarios similares a los que yo le hago siempre que hay fútbol, ya sabéis a tocar un poco los.... Veni, vidi, vici y a los cinco minutos fuera. Al ser periodo de reflexión opté por callarme y agotados, de camino al hotel la verdadera Semana Santa nos plantó cara. No, no nos cayó del cielo una bienaventurada torrija si no una procesión de las de saetas, silencios y aplausos nos impidió acceder a nuestro retiro espiritual. ¡Toma sacros cuatro días! Resignados hicimos lo propio a nuestra devoción, dar palmas en una taberna hasta que la noche nos cerró el garito. A la mañana siguiente, el efecto de las cervecitas y vinos se había calzado espuelas y le daba a lo de “arre burro arre” en nuestras cabezas. Reconocimos que se sufre mucho en esas fechas y prometimos planear mejor la siguiente. Este año nos quedamos en casita a disfrutar de la fiesta desde la tele que aunque se reitere, de vez en cuando, se apiada de nosotros y nos ofrece películas como La Pasión de Cristo de Gibson que desde el sofá todas estas cosas infunden respeto pero, lo dicho, desde el sofá.

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