jueves, 14 de enero de 2010

LA FUERZA DENTRO DEL CRISTAL

La fuerza dentro del cristal.
Hasta quebrarlo
y no recomponerse.

Grietas en el acero de sus mejillas.
Puede
y se repite que puede
aunque se tambaleen sus pies,
suelos,
sienes.

La fuerza dentro del cristal.
Como animal expuesto
entre barrotes translúcidos
desde donde dejarse observar,
ver
pero no tocar
por si al contacto se deshace
pero no escuchar
por si su voz embauca a todas las demás.

Y el poeta
que, a veces, la ve humo
y, otras, agua
escribe “sensible”
para que la roca
deje hálito
a esa cada vez más sólida
enquistada
fragilidad.
Que no se pierde
y se repite que no perderá.

La fuerza dentro del cristal.
Y en el hermetismo
la cara de una noche.
La noche donde empezó,
donde acabó su año.

Y si es así
como dijo que debía ser
(enroscado a su espalda)
¿por qué se quedan sus besos
con ella y su fuerza dentro del cristal?

jueves, 7 de enero de 2010

HACIENDO LIMPIEZA

No sabes las vueltas que puede dar la vida.
Dijo alguien.
Y me hallo dando vueltas para buscarme la vida.
Aullidos de rechazos.
Viejos escupiendo.
Y Bukowski en la mesilla de noche.
Tragos de agua.
Sed de comprensión.
Y salir de noche, de día
sin ponerse serios
sin desparramar penas.
Busco trabajo
se esconde
como lagartijas sin cola.
Huye
como insecto tras decapitar a su presa.
Me sublevo.
Demasiado temprano.
Y le amo.
Un poco más tarde
café y cientos de cigarrillos.
Espera y más espera.
Esperanzas azules.
Y limpio.
Y me canso.
El muñeco al que doy vida.
Sola.
Sin un Dios con quien jugar.
Más sola.
Y más solos.
Los viejos que miran a estudiantes.
Sin pudor.
Eso quedó en la almohada amarillenta.
Eso quedó en el retrete de bar de carretera.
Sigo sin entender a los escritores.
Quizá por eso nunca lo seré
o lo seré sin que lo sepan.
Alguien escribió algo
pero es anónimo.
Todos somos anónimos al nacer.
La identidad cuesta.
Sudor.
Desesperación.
Caos.
Charlatanes felices.
Cerveza para todos.
Incluido el perro,
el que mordió la lengua al gato
de la basura
que es nuestra
la que nos da a conocer
la que nos avergüenza.
Dos velas
un portaretratos
películas
y libros descansados.
Una caja sin contenido
y papeles sin excusa por estar.
En mí
una imaginación embotellada
quizá para otro tiempo
quizá para nunca.