jueves, 26 de noviembre de 2009

PARA SER UNO MISMO. SIN MÁS.

Claudicando.
Guerreando más con nosotros mismos.
Y en el dividir, una parte descansa
de tanta queja, tanto disparo verbal.
Al crecer, arrugamos lo preciso.
Y eso nunca retoma su forma.

La rugosidad se lamenta de haber perdido tanto.
La inocencia se precinta
y el ser risueño
se disfruta de los pájaros
que hace dos décadas
dejaron de posarse.

Inyectamos ilusión a los que se caen.
Es el suero reservado,
destinado a quien nos importa
aunque no importemos.
Da lo mismo
ya lo da
pues cuidarse es tarea de uno
pues querer sin que te quieran también.

No es derrotismo
renunciar a lo mejor
si con ello lo peor de alguien no empeora.
Lo es si un enfermo prefiere no curarse
o un sano suplica enfermar.

No es temerario
mendigar un beso
a quien reparte cientos.
Lo es si quien te lo da
no te mira a la cara
si no a tu necesidad.

Y es que cuanto más enseñas, más ocultan.
Y es que cuanto más permites, más objetan.

Apostando a desvestirse de los otros
para ser uno mismo.
Sin más.

viernes, 20 de noviembre de 2009

ASÍ DEBÍA SER

Notando su cuerpo tintinear al contacto.
Inmaduro trato de pieles en alerta.

Y en ese siseo de ropa fastidiosa
una manga, el túnel al edén
y un botón, fuga de entusiasmos.

Y en la unión de vientres
sólo una razón
para lograr esa concavidad imprecisa.
La razón de que ella respira
que él ya siente.
Un ya mudo
pues hacerlo sonar
le dejaría indefenso.

(Y es el escritor quien les convence de que
las mejores historias de amor no acaban por que nunca son)

Ahogando la utopía de tenerse
para tomar aliento en aguas de otras fuentes.

Y es en esa fricción de imposibles
una nota, peldaño al infierno
y un “pero porqué no”, escape de orgullo.

Y cada uno en su extremo
a cual más frágil
se derrotan
mientras sus miradas
algo sabias
no se sueltan.

(Y es el escritor quien se convence de que
las mejores historias de amor son las que nunca dejan de ser)

Coincidiendo en la estrechez del mundo.
Sujetos a la noche donde vibraron las líneas de sus destinos.
Así debía ser.

En vez de eso
un beso al frío espejismo
con una mano
para dejar libres sus labios.

martes, 17 de noviembre de 2009

EL ADIÓS MENDIGO

La vida por asfaltar.
Pasos trémulos.

Ayer.
Sin ir más lejos
por no poder
las frecuencias espantaron
sentimientos en intermitencia.
Más en rojo
que en el permisivo verde.

Y es que a alguien que vive nublado
le cuesta distinguir una invariable luz,
le cuesta aferrarse a algo que luce en constancia.

La permanencia del querer
se impone a cambios de horarios,
se encarga de minutar pulsaciones.
Se acelera ante la belleza
de un torso esculpido a besos.
Ese torso cargado de sombras.
Y tiende al coma
si la cima a unos pechos
se alcanza sin trabas.

Y es que alguien que facilita ahora
se complica después.

Ayer.
Sin ir más lejos
por no poder.
Se deshizo de un verano
en pleno invierno.
Y de despedida
aullidos
de alguien que se da por vencido
de alguien que da paso a un adiós mendigo.

Asfaltando la vida
a pasos aún alejados del equilibrio.