viernes, 20 de noviembre de 2009

ASÍ DEBÍA SER

Notando su cuerpo tintinear al contacto.
Inmaduro trato de pieles en alerta.

Y en ese siseo de ropa fastidiosa
una manga, el túnel al edén
y un botón, fuga de entusiasmos.

Y en la unión de vientres
sólo una razón
para lograr esa concavidad imprecisa.
La razón de que ella respira
que él ya siente.
Un ya mudo
pues hacerlo sonar
le dejaría indefenso.

(Y es el escritor quien les convence de que
las mejores historias de amor no acaban por que nunca son)

Ahogando la utopía de tenerse
para tomar aliento en aguas de otras fuentes.

Y es en esa fricción de imposibles
una nota, peldaño al infierno
y un “pero porqué no”, escape de orgullo.

Y cada uno en su extremo
a cual más frágil
se derrotan
mientras sus miradas
algo sabias
no se sueltan.

(Y es el escritor quien se convence de que
las mejores historias de amor son las que nunca dejan de ser)

Coincidiendo en la estrechez del mundo.
Sujetos a la noche donde vibraron las líneas de sus destinos.
Así debía ser.

En vez de eso
un beso al frío espejismo
con una mano
para dejar libres sus labios.

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