jueves, 4 de diciembre de 2008

ESTE AÑO, MI AÑO EN LOS DEMÁS

Resumiendo este año,
mi año en los demás.
Desguazo las primeras intenciones,
las que se vistieron de gala
para distinguirte entre el confeti de abrazos.

Este año.
En mi año no hubo más árbol
que la parte de mí enraizada
en pasados.
Otros años en ellos.
No hubo más adornos
que el resto de purpurina y resaca en algodón
y quizá un poquito de piel.

No hubo deseos que quemar ni hacer trizas.
Soplamos las cenizas de lo no cumplido.

No se cumplen secretos a medianoche
por mucho que traguemos con aguante
las campanadas sonando a suerte.

Sin pellejo es más fácil.
El tuyo pendiente del hilo de la madurez.
Sin huesos descartas sustos.
Los tuyos crujiendo ante el número par.

Este año.
Mi año en los demás.
Tampoco hubo arengas pausadas por contenidos pesares.
Echar de menos a quien falta,
a quien permanece en la fiesta donde ya no se suman años,
a quien no acude por no romper el turrón,
a quien no le apetece que le anden con panderetas.

Sintetizando mi año
en doce nombres de época,
de enero a diciembre,
de frío a frío
y tiro aunque no toque,
me quedo con el impar que asoma.

Quizá se cumpla en este año, mi año
lo que en el otro se cumplió en los demás.

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ADICCIÓN

Cuando bostezas
promueves el contagio del cansancio.
Extenuada
comienza la rehabilitación
por sobredosis de cosas que nunca debiste hacer.
Y en el proceso,
el triste sudor que gotea por tus poros
impide que la risa inyectada
conquiste tu sangre ya viciada de descontento.

Mirando en paralelo y
saltando en los charcos que no calan,
de ese mundo, de ese universo
en donde sólo eres valiente,
te sacudes de terrores
te limpias de punzantes tridentes
germinando en frutales con forma, gusto y sabor de redención.

Te perdonas.
Acelerando la abstención
de pisar tejados de los ajenos.
Si no irrumpes en su rutina
el virus queda acotado a tu ser.

Cuando suspiras
expandes el afán por obtener.
Y en la irrealidad donde te superas,
el hado te devuelve a quien renunciaste
pisando con firmeza por donde te asusta.

Adicta a la ficción
donde hasta tú eres de usar y tirar,
al atravesar la pantalla
te das cuenta
que donde esté un corazón de cartón piedra
que se aparten los que bombean dolor y dejadez.

OSCURECIENDO

Oscurece en tu despertar.
Debe ser que el sol se aletarga
o la luz no te quiere alcanzar.

Y en las tinieblas
con un collar de sombras ensartadas
te deslizas.
Sin llegar al final.
Resbalas hasta desdoblar tus arrugas
y descubres que te has hecho mayor mientras dormías.

Los atardeceres de tertulia con las noches.
Sin límite, sin horario de vuelta al día.

Y en esa penumbra adquirida con la edad
recorres la quietud ahumada del río infinito
por que la muerte retoza aún en otras orillas.
Dueña de esas aguas de indefinido color
fluyes a contracorriente,
peleas por reencontrarte con aquello
que se desprendió a medio camino.

Estorba el amanecer
Si no te ven, dejarán de pedir.
Piden más cuando creces.
Creces aunque te cuelguen las piernas de la silla.

Una vez, estorbó la claridad
pues los cazadores de inocencia
arrastrándose tras tu rastro
no dejaron escapar a su presa.

Y siempre que oscurece
el trofeo se cubre de barro.

CONTRARIEDADES

Te apartas con el descaro
de quien lleva prisa
aunque lo real sea ralentizar ese último contacto.

Y con el pelo
cruzando el rostro de la extraña que vas a ser,
para no diferenciar lo que dejas,
para no verte en la esquina de la contrariedad,
asoma el comienzo donde debiste quedarte
y no distorsionar.

Y la confusión.
Lo que confundiste.
Lo confundido,
se aclara meditando.
Quedando meditado
sin aceptar.

Y en el refugio de un no
te aturullas en la frase hecha para nunca ser dicha.
La mordaza, en exceso prieta,
debería haber estrangulado los sonidos con sentido.

Me dijeron que era mejor decir que mantenerse en espera.
Que esperar hace mella en el futuro,
que en el futuro hay lagunas repletas de ocasiones hundidas.
Y que te hundes si no deshechas el lastre
de tus equívocas convicciones.

Me dijeron que el aprecio temporal
envejece.
Y dije adiós a la parte más efímera de mí,
me despedí de los monosílabos sin definir
y de los pliegues en los años.

Lo peor de todo es que sigo siendo la niña
que tira del abrigo de la mujer que debería ser.

SALE DE DENTRO

El remedio contra la pasión
es gobernarla desde abajo si está arriba.
Y que no padezca su calor,
su efusividad concentrada en vapor.

De cerca,
donde no se atreve a arrimarse
por si se guarece para siempre,
duele.

De lejos,
donde queda desprotegido
de su olor, de su áurea
duele más.

Remediar un darse la mano
reconocer sus líneas y seguirlas
hasta donde muere la vida y nace su jersey,
hace tiritar.

Por dentro,
donde no se aventura a explorar
por si se pierde,
lastima.

Por fuera,
donde el adiós agrieta la voz y
encara deseos,
lastima más.

Enmendar lo que sale de dentro y se aleja,
lo que sale de fuera y se acerca,
por mucho que queramos,
no tiene remedio.

LO QUE SE ESPERA

No siendo lo que esperas.
Te comportas como si diera lo mismo.
Y es que lo que esperas no siempre llega.

Se aglomera lo aguardado
en clandestinos almacenes
de los deseos no cumplidos.
Y en la desgana
lo recibe quien no debe.

No eres lo que espera.
Y en el temblor de las causas
te desplaza cauto donde no las hay.

Simplemente no te esperaba y
te complicas.

Se desinflan pretensiones
en espinadas inspiraciones
arañando tus costillas
y golpeando el dorso
de quien no lo aprecia.

Sin querer has dejado de respirar y da lo mismo.

Ya no esperas.
Aireas tus poros de la lucha
y en la estación
desde donde partiste,
donde llegas
nadie te busca
pero tú te encuentras.

DUDÁNDOME

Prisionera de tus arrebatos
en ese tirar de insinuaciones
en ese aflojar de intervalos.

Desconciertas mis alrededores
y no sé si mirar de puntillas tu verdad
o empaparme en la fuente donde nada es lo que parece.

Cautiva de tus mohines
en ese amarrar de médula
en ese soltar de libertades en tu dispersión.

Turbas mis extremos
y no sé si correr sin dejar de mirarte
o mirarte mientras descanso de ti.

Varada en arenas de seda
estancada bajo kilos de titubeos.
Sopeso si atacar con pluma o labios.
Tanteo dejar de acudir a la balanza.

Alterando mis equilibrios más tenues
desarmas mi contención
que oscila de un vértigo a otro
que vibra ante un sí y se entumece al negar.

Mientras sucede todo esto te miro por última vez
y tú como si fuera la primera, dudándome.

SI NO ME SUELTAS

Ayer me buscabas
con las ganas de un niño a medio hacer.
Conté hasta diez.
Uno, dos, tres…
Con las manos.
Con los pies.
Y me oculté en el desván del no poder.

Por las rendijas de la curiosidad
descarté el saber más.
Y obstruí la transparencia
para que no vieras más allá de mí,
de mi perfil.

Ayer
al abrir la puerta
encontré el deseo en pijama,
atento a un cuento sin moraleja.
Y se deshizo como una galleta en café
cuando en mi nana irrumpió tu nombre.

Por el roto de la manta
con la que se arropa el tiempo.
Consideré las veces, los ratos
en que te entretuve con aperitivos de nieve.
Y cuajaron cubriendo
lo tomado por sabido,
lo latente por saber.

Ayer
al dar conmigo.
Supe más de mí por ti.
Hoy.
Sé de mí cuando no huyo.
Mañana.
Sabré de mí si no me sueltas.

QUIERES LO QUE NECESITAS

Quieres invertir tus elecciones
y optar por lo que te salteaste, por lo que sorteaste sin cuidado.
Ese cuidado ahora alborota tus necesidades.

Quieres preguntar si te sintió cuando te alejaste.
Quieres una respuesta que te acerque.
Aunque no necesitas saberlo
por que aún te busca en los propósitos.
Y eso te estremece hasta el punto de acurrucarte
en la cobardía para que no te encuentre.

Quieres retrasar las horas
y haber enmudecido.
Haber apaciguado la ferocidad que pintó tus labios,
que saturó el aire de palabras perforadas.
Necesitas un perdón.

Quieres la comodidad de la despreocupación.
Necesitas esos besos
los que te reencuentran con el sentido de la vida.
Esos que canjeaste en trueque por otros ya pulidos por la apatía.

Quieres enlazar esas sonrisas brotando al azar
y atraparlas en el espejo diario.
Necesitas cariño,
el enjaulado en fechas sin tachar.

Quieres tanto que te esparces
sin engancharte a nada.
Necesitas tan poco que te desnudas
esperando a vestirte de él.

Quieres su vida
necesitando la tuya.

CAER

Ha caído en las deshoras de los resentidos.
La niña que despunta de otras muchas se apaga.

Ya no luce deslumbrando al más ciego,
al que sólo mira desde su hostil trono.

Descuida reina púrpura
que los ogros se hacen pulgas
cuando su amargura les apunta.

Se ha encerrado en el baúl de los fantasmas.
Y encadenan sus labios
reteniendo el desahogo.
Y muda
pues ya hablaron por ella
tritura su alegría.

Ha caído en el circo de hienas
quienes salivando carroña
pretenden extinguir su risa.
La niña de cuento ha escrito en su diario de pesadillas.

No temas hada de agua
que las bestias se deshielan
cuando su brutalidad las juzga.

Se ha doblegado ante la arrogancia
esa que desplaza el alma.
Y contrariada creyó
pues la hicieron creer
que exhibía el traje de la torpeza.


Ayer cayó.
Pero la niña que destaca sobre todos
hoy me ha sonreído y lo ha hecho desde lo más alto.

ESTANDO

Está ahí.
Descifrando lo oculto de entre párrafos de estupidez.
La sabiduría sensorial se peina los rizos
afirmando en pregunta lo que no se cuenta.

No prestamos atención a quien en su silencio sostenido
nos atropella secretos.
Esos que dormitan en el escaparate de arcilla.
Sólo hace falta arañar para que se desmonte.

Y ella te ha desmontado
y permite que su luz canela irradie
lo que no te deja cerrar los ojos.

Se desviste de amarillo
y en su trenza intuyes tu niñez
la que conservas en su risa
la que sabes que nunca debes perder.

Sigue ahí
escuchando el dilatar de las confidencias a medias,
bebiéndose a sorbos la parte que queda.
Y esta gran estudiosa de los detalles más opacos
ha tirado del lazo adecuado
ese que hace de lo invisible algo que puedes tocar.

Se mantiene ahí.
Custodiando la ingenuidad de los más despiadados,
pactando una tregua con tus opresiones
y aniquilando tus temores a golpe de pestañas.

Y entonces sabes que no importa haber dejado
tu vida en sus perfiladas manos.
Y entonces prometes a su ausencia
conservarla siempre a tu lado.

DOS MUNDOS

Dos mundos, o tres…

Comprimidos en la cabeza pero sin rozarse.
En el que respiras
y del que te gustaría respirar.
Un condicional sin variables
pues tachas el posible renunciar.

Y hasta la sonrisa de quien quieres
oprime, empequeñece, quizá banalice
lo que hasta hoy has conseguido.
Tú o ellos de ti.
Los que han engarzado su vida a la tuya
en una expectativa de alcanzar lo que se les resistió.

Y se te resiste pues tus elecciones son las últimas de la fila.
El “me hubiera gustado que fueras” se cuela a codazo sucio
mientras los convencionalismos sociales te tiran del pelo.
Y te apartas antes de ser apartada por revolucionaria, por rebelde.

Dos mundos, o tres…

Espalda con espalda para que no se envidien.
Y la balanza tiende a la conciencia,
la conciencia nacida de los otros
crecida en ti y reproducida en remordimientos.
Y el único pecado capital es seguir por donde ellos nunca hubieran seguido.
Y te retraes pues la penitencia saldría cara.

Dos mundos, o tres…
El comienzo te lo presentaron dado,
el final te lo adjudicarán más temprano o mucho más tarde.

A este limitado dictado de la vida
se le puede poner punto y aparte.

DESLINDANDO SUEÑOS

Se perdió en la oscuridad sin argumentos.
Los que le dejaban ser ella pero entre comillas,
entre las farolas iluminando el camino torcido,
el que no debía coger y cogió.

Y con botas de plástico rojo,
las que resguardan del agua pero no del frío,
anduvo por la pasarela de la ilusión.

Funámbula suicida sin red.
Equilibrista sobre el fino hilo de la locura.

Y en una cesta zurcida con espejismos
metió un amor desincrustado de una roca.

Y con un impermeable de lunares blancos
descansó en el mirador de los burlados,
de quienes creen palpar cuando sólo contemplan.

Y de regreso al sendero descabellado,
el cielo turbio y turbado por la falta de honestidad,
dejó escapar, por la presa del dolor contenido,
las lágrimas despuntadas y decolorantes
de todos los sueños adheridos a su inmadura piel.

Se perdió en la espesura de un bosque entrampado.
Y amputadas las raíces de la imaginación
la niña soltó la nasa quimérica
de donde salió espolvoreado ese amor creído sólido e irrompible.

Y aceptada en la realidad
sin impermeable, sin botas, sin amor
nunca más se desvió de su camino
ese que cogió y no debió coger.

DESCUBIERTA

Si te descubres
cuida de quien mira, de quien desdeña tu fuerza
para apropiarse de tu fragilidad.

No des la clave de tus debilidades
pues con ellas rellenarán balas
de las que agujerean el valor y
secan tu sangre.

Si te enseñas
procura proteger tus entrelíneas
las que descifran
lo que deteriora tu ímpetu,
tu querer ser.

No otorgues risas a quien las devuelve invertidas.
No prendas dulzura en la fe de quien recela,
de quien ve un puñado de sal en un soplo de azúcar.

Si te das
escoge a quien no contraiga su mirada.
Se quedará con lo más pequeño de tu grandeza,
lo que no ocupe demasiado en su interés.

Y si te muestras, que lo harás
estruja tus miedos
envuélvelos de verdad
y no te rindas ante las evasivas.

Y una vez descubierta
besa su silencio y dile
que nunca fuiste tú.

CUANDO LA NOCHE NO ME ENCUENTRA

La noche
cuando no me encuentra parpadea.

Y acudo a la llamada
haciendo del techo de la habitación
mi cielo en penumbra.

Y en un destello el tiempo se agita
salpicando recuerdos.

Amigas que guardaste en conserva y caducaron.
Amores destinados a volar como globos en descuidadas manoplas.
Inquietudes en libros que memorizaste para aprobar y
olvidaste aplicar.

Y en un resplandor los años me sacan a bailar.

Enumero los pisotones de las torpes equivocaciones
mientras la impaciencia no suelta mi cintura.
Dejándome llevar por la resbaladiza pista
entre un pausado valls y un salvaje rock and roll.
A veces, con suavidad.
Otras, por los aires.

Y en lo que dura el saltar de una chispa
retuerzo las sábanas escurriendo hasta la última gota repasada.

Y ahí es cuando la noche abre bien los ojos
pero yo ya desayuno con el sol.

YA SABE POR QUÉ

Ya sabe por qué.
Ya sabe por qué alzó un gigante de piedra
entre ellos.
Y se mantiene al otro lado.
El lado más sombrío
al que sabe que sin él no accederá.

Ya sabe por qué cuando le habla de ella en él
enmudece cual charlatán desenmascarado.
Y en su monólogo le cuenta
con las pausas obligadas
para digerir, él
para respirar, ella
que por mucho que le dijera
nunca fue para tanto.

Ya sabe por qué pasó.
Irrumpió sin cuestionar
y en el torrente de malabarismos por sonsacar,
olvidó aflojar el nudo de sus ojos
el que comprimía un quizá me quiere
siendo mentira.

Ya sabe por qué se engañó.
Por qué creyó que en su isla estaría a salvo,
que en su desierto las dunas serían olas de agua dulce.

Hoy lo sabe
y le hubiera gustado no saber
que nunca había querido…
que jamás había creído…
Él. Nunca. En ella.

ALGO QUEDA

Algo queda después de todo.
Algo queda tras la fusión de pieles.
Tras matizar besos.
Uno para hoy.
Este para cuando me dejes de ver.

Algo queda tras el cruce de miradas espontáneas.
Minimalista ademán para no levantar equivocaciones pasadas.

Y custodio el espacio que nos dejamos.
Y descansas en la butaca del nómada cauteloso.
Ese que se mueve según los vientos.
Sin que nadie lo perciba.
Sin que nadie arquee la curiosidad.
Esa que mata gatos con tres pies.

Y en el sopor
dibujas una vida en mi mano.
Y la estiras hasta el hombro
sin dar más de sí.
No da más
pues se quitó de tanto
que sólo le queda hueco
para un corazón acolchado.
El que amortiguó
todas y cada una de tus indiferencias.

Algo debe quedar después de todo.

RUEDA EXISTENCIAL

Algo falla en la rueda existencial.
Algo se nos muestra como puro
y al rascar nos sopla un gusano.

Tras una caricia, un castigo
y tras el castigo, algo peor, soledad.
La soledad nos macera en el océano del silencio
y este callar es el que reina en camposantos
esos que coloreamos, al menos, una vez al año
para llevar algo de vida a los muertos.

Por eso insisto en que hay que sonar.

El sonido de un abrazo
ahuyenta la más brava de las tormentas de nubes incomprendidas.
Y si entonas un perdón
cuelgas lunas con sol en los rincones más inhóspitos.
No digo besos, cuando los besos suenan arrasan puentes.

Y por ello no desisto en gritar que hay que soñar.

Un sueño donde coronas los pesares con deslumbrantes bromas.
El sueño de un niño que recorta penurias
y las pega en el collage de lo que debería ser,
crisis de papel y corazones de caramelo.
El sueño de un anciano para quien el abandono
sea tan sólo un monstruo de ciencia-ficción.

Algo falla en la rueda existencial.
Por eso, a veces, está bien bajarse
y hacer un poco de ruido.

UNO ESCINDIDO EN DOS

Uno escindido en dos cuerpos.
Los nombres, lo de menos excepto cuando nos buscamos.
Tus manos me sostienen para que lo grotesco no alcance mis pies.
Y las mías, más menudas, impiden que ladees la cabeza a otros mares más fieros.

Y así camino, caminamos.
Agarrada a tu nuca, enganchado a mi costado.
Soslayando azares, caudales sin cortesías
mientras llueve en los demás.

Y no lloverá eternamente
se lamenta el semidiós en su venganza,
en su obstinación titánica por apartarnos
mientras salpica imprecaciones en los demás.

Uno ocupando dos huecos.
Los géneros, lo de menos excepto cuando nos encontramos.
Tus labios bloquean aquello que no quieres que escuche.
Y de los míos, más frágiles, se despegan palabras con forma de beso cosiéndose en tu rostro.

Y así buceo, buceamos.
Serpenteo en tu dorso, cosquilleas mi garganta.
Apartando fauces, corrientes furiosas
mientras se ahogan los demás.

Y no lloverá eternamente
se maldice el antihéroe
alejándose del uno escindido en dos
y arrastrando a quien no miraba de cara al amor.