jueves, 27 de agosto de 2009

EL ADIÓS QUE SE QUEDA

Se despide sin irse.
Sólo emite un adiós a una parte
la proporcional a lo errado.
La que impide el tambaleo de suelos,
ruegos, aprecios, acuerdos…

Pactar con uno mismo
acaba en el acantilado
donde la espuma es sólo locura.
Locuras en poros instantáneos.

Se despide permaneciendo.
Al menos un brazo, un ojo, una mano
de su lado. El único.
El lugar adecuado no siempre es accesible.
Y las empalizadas ensartan secos corazones.
Y las vallas publicitan su pena
que algunos compran a cambio de compañía
aunque sea la mitad de lo normal.
Lo corriente mejor que nada.

Se despide perdurando.
Como la declaración en un árbol centenario.
Un perenne te amo
hasta la muerte vegetal
mucho después de la tuya
aunque hayas dejado de amar antes.

Se despide inmóvil.
Aunque en la quietud
un soplo la empuje
al costado del que se zafa
como un mimo a hilos.
La deceleración de ímpetus,
el decrecer de impulsos…
Sólo eso aunque sea mucho.

Y es que siempre hay un adiós que se queda.

lunes, 24 de agosto de 2009

MENÚ DEL DÍA

Las vacaciones, parches a la rutina.
Tiritas que al volver se levantan
dejando ver que la cura ha sido temporal.
Tras la costra, la sangre gotea.

Falacias por creer
que descalzos,
pigmentados por soles,
curtidos de sal,
pulverizados por lluvias
somos más libres.
Somos otros
más henchidos de horas
machacadas en sábanas,
toallas, hamacas
y combinados varios.

Las vacaciones se cuecen de improvistos
por lo que lo supuesto queda crudo.
Y aunque adereces, salpimientes,
acompañes o especies
la base dista mucho del sabor buscado.
Recorremos sueños sin asfaltar
por lo que descarrilar, pinchar o saltarse un cambio de sentido
arruina hacerlos realidad.

Una cuenta atrás
donde descontar los propósitos del año nuevo
que ya vacila algo caduco.
Una lista de excesos a crédito
pagados a base de botones que no abotonan,
cremalleras que ya no cuadran
y chaquetas cuyos ojales no dan más de sí.

Y a pesar de eso cuando acaban unas
se planean las próximas
olvidando avispas, mosquitos, polillas…
y pelotas de golf que han podido abrirte la cabeza.
Salivando ante la posibilidad de esquiar
en una montaña de mazapán.

Al final, kilos de risas
que distando de sobrar
equilibran la balanza de la vida.

De menú del día, vacaciones.
Si me dejan, repito.