lunes, 24 de agosto de 2009

MENÚ DEL DÍA

Las vacaciones, parches a la rutina.
Tiritas que al volver se levantan
dejando ver que la cura ha sido temporal.
Tras la costra, la sangre gotea.

Falacias por creer
que descalzos,
pigmentados por soles,
curtidos de sal,
pulverizados por lluvias
somos más libres.
Somos otros
más henchidos de horas
machacadas en sábanas,
toallas, hamacas
y combinados varios.

Las vacaciones se cuecen de improvistos
por lo que lo supuesto queda crudo.
Y aunque adereces, salpimientes,
acompañes o especies
la base dista mucho del sabor buscado.
Recorremos sueños sin asfaltar
por lo que descarrilar, pinchar o saltarse un cambio de sentido
arruina hacerlos realidad.

Una cuenta atrás
donde descontar los propósitos del año nuevo
que ya vacila algo caduco.
Una lista de excesos a crédito
pagados a base de botones que no abotonan,
cremalleras que ya no cuadran
y chaquetas cuyos ojales no dan más de sí.

Y a pesar de eso cuando acaban unas
se planean las próximas
olvidando avispas, mosquitos, polillas…
y pelotas de golf que han podido abrirte la cabeza.
Salivando ante la posibilidad de esquiar
en una montaña de mazapán.

Al final, kilos de risas
que distando de sobrar
equilibran la balanza de la vida.

De menú del día, vacaciones.
Si me dejan, repito.

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