lunes, 4 de mayo de 2009

EL DÍA DE MI MADRE

Son las peores horas de su vida
aunque quizá gracias a ellas se salve. Se cure.
Parece que la ironía se anquilosa en estas historias enfermas.
Son los casos en los que el veneno ataca sin llegarte a matar,
aunque te quite gran parte de lo que eras.

Tan preciosa como todas las madres.
De melena lacia y oscura a la que agarrarte para que no te lleve la malvada ola.
Tanta reverberación de olas malas, ahora me parecen buenas, leves.

Una hormiguilla
de las que se quitan de todo para que no nos falte de nada,
de las que ante un corte de luz
despierta al sol de madrugada.
La emergencia más justificada del mundo,
el amor de una madre por su hijo.

Y me enredo entre conjugaciones verbales y dudas.
La ignorancia de cobijar un parásito cierto tiempo.
Saber que dejas de ser la misma pues el pelo se engancha a los nudillos
y el estómago no cuenta contigo.
Y el porvenir con el vientre hinchado de tanta prepotencia.
Sólo lo sabe él y se ríe de nuestra incertidumbre.

Y ese día, cuando te informan de que albergas algo que no quieres
es cuando decides que debías haber pedido más y dado menos.
Empiezas a respetar a los adverbios de cantidad que indefinen
lo que tenías que haber hecho, hacer o lo que harás aunque siempre más.

Ella, entonces, aparta el café para los que quieran seguir despiertos
mientras se apoya en quien se apoyará.
Ella me sonríe asustada,
me asusto por sonreír
y es que ha dejado de oler a pan
y su piel ya no es canela.

Hoy es el día de mi madre
pues lo ha sido, lo es, lo será siempre.
Hoy le han dicho que tiene que volver a empezar.
Y este comienzo de tres vuelve a ser duro.
El desarrollo con giros tremendos,
de los que te pueden levantar de la butaca.
Pero al final, seguro, se llevará el oscar
aunque sólo ella sepa, guarde y no olvide
lo que fue su recorrido por esta brutal alfombra que le extendió la vida.

Te quiero, mamá.

No hay comentarios: