Más.
Llegará un momento en que se pedirán
y no tendrán qué dar.
Por no poder.
Por no querer.
Por no… ¡Qué más da!
Más.
El freno se desgasta
y se recambia para evitar un accidente.
Aún más trágico.
Aún más atroz.
Aún más… ¡Mejor no pensar!
Más.
Y dejan de esperarse.
El “donde” inaccesible.
El “siempre” vedado.
Y con una cruz en sus bocas
se niegan,
se aseguran un cauto arrimarse
aunque la indemnización no cubra el desperfecto.
Más.
Y en una opción etérea
alguien exclama
¡Préstame tus alas!
Préstame…
Y al mirarse las espaldas
uno a la derecha
otro a la izquierda
uno… otro…
Al tiempo, desplegan y suben.
Al tiempo, sólo juntos volando.
Y aunque suave, descienden y se dicen, por última vez,
ya no más.
¡Préstame tus alas!
¡Préstamelas!
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