jueves, 2 de julio de 2009

CUENTOS PARA NO DORMIR

Cuidado, cuidado, cuidado.
Y cuanto más lo piensas, el descuido.
Eso no, eso no, repito no.
Y cuanto más lo aseguras, el sí en toda la frente.
Ni se te ocurra meter los dedos en el enchufe.
Ni hablar de rozar la plancha.
Ni enamorarte de quien no debes.
Y tu padre te salva de la electrocución.
Y tu madre te cura la quemadura.
De lo otro, se recupera uno solito.
A tijeretazo limpio
aunque luego tengas o tengan que arreglarte los trasquilones.

Es parte del proceso.
Aprendemos mejor a base de hostias aleccionadoras.
No seas pesada, no vas a ir a la fiesta.
Y lo eres.
Pesada hasta que te aligeran con un castigo.
Ni a ésta ni a dos más.
Y te jodes tanto que no vuelves a insistir.
No te quiere, ¿eres incapaz de verlo?
Y plantas un árbol de “por qués”.
Y hasta que uno no cae en tu cabeza
no sabes lo que es la gravedad.
Hasta que el chichón crece en forma de tu primera crisis existencial.

Bienvenido a la vida, chaval.
Se jactan quienes se abotonan cada mañana de chascos.
Sí, chascos hasta debajo de las piedras.
Pero siguen construyéndose
como si nada o como si todo.
Hay que ponerse en lo peor,
pensar mal y querer con mil ojos.
Lo contrario es de locos que no evolucionan.
Pero son felices, te chiva algún pirado.

Luego te crecen las etapas como enanitos.
Y gruñes cuando descubres que no sabes más que nadie.
Y sonríes un rato, y al otro moqueas.
Y enmudeces pues lo romántico no le va.
Y tras noches de insomnio impuesto por lo anterior
duermes todo lo que puedes, lo que te dejan y más.

Llega un beso que te despierta tanto
que hasta te parece raro.
Y ahí depende de ti.
Permanecer en la urna de cristal o
saltar y atiborrarte de perdices aunque no te gusten.
Renunciar es ganar algo.

Así que cuidado, cuidado, cuidado,
los cuentos para niños
son escritos por adultos.

No hay comentarios: